Lejanos se ven los años en que la búsqueda laboral se basaba en la entrega física y en persona de un CV en una compañía. Hoy, los procesos suelen iniciarse por convocatorias y contactos a través de internet, ya sea en portales de empleo, plataformas laborales como #LinkedIn o contactos directos por email.
Por lo anterior, la búsqueda de referencias sobre candidatos a un cargo también se ha trasladado al mundo digital. Ingresar un nombre en #Google es un paso obvio, un punto de partida natural para quien desee obtener información sobre una persona. Y claro, con tanta data disponible y variedad de fuentes en internet, encontrar estos antecedentes no es “ciencia de cohetes”.
En el caso de quienes reclutamos y buscamos identificar el mejor talento posible para un determinado cargo, evaluar toda la información disponible es clave para garantizar ese “match” entre el puesto y el eventual seleccionado. Por ello, sí, revisamos la información pública de todas las #RedesSociales de nuestros candidatos. ¿Qué evaluamos? Principalmente, la coherencia entre lo que se declara en una postulación y lo que se hace en redes sociales. A modo de ejemplo, si se busca un perfil para trabajar en ambientes diversos y colaborativos, es esperable no encontrar material discriminatorio en las redes sociales de los candidatos.
Más aún, cada cierto tiempo conocemos alguna disputa o polémica por las consecuencias que tuvo algún comportamiento en redes sociales en el trabajo. Posteos contra un compañero o jefe, fotos de vacaciones en períodos de licencia médica o excesivamente “relajadas” pueden ser el tipo de material que desate el conflicto.
La recomendación es preguntarnos qué perfil deseamos cultivar y cuán consistentes estamos siendo en nuestras publicaciones, cualquiera sea la red donde las realizamos
Aun cuando las redes sociales tienen un perfil claro en cuanto al tipo, estilo y formato del contenido que publicamos, la información que compartimos contribuye a proyectar una imagen de nosotros. El hecho de que #Instagram sea una plataforma lúdica e informal, #Facebook un espacio más familiar y social, #Twitter un muro para expresar opiniones y LinkedIn sea la red dedicada los contactos profesionales, no implica que un reclutador y encargado de recursos humanos no las vaya a consultar todas. De hecho, bastará con “googlear” nuestros nombres para que aparezcamos en todas las plataformas donde tenemos cuentas. Por supuesto, en algunos casos habrá filtros y restricciones al contenido que tenemos, aunque no es lo más frecuente.
En consecuencia, es muy importante tener consciencia de nuestra “huella digital o virtual” que está dada por nuestra presencia en internet, ya sea en posts, columnas, fotografías, información que replicamos o compartimos e, incluso, en posts que nos etiquetan. Nos guste o no, en las redes sociales estamos muy expuestos y lo que publiquemos estará por mucho tiempo disponible.
Por lo tanto, la recomendación no es entrar en pánico y correr a cerrar nuestras redes, pero sí preguntarnos qué perfil deseamos cultivar y cuán consistentes estamos siendo en nuestras publicaciones, cualquiera sea la red donde las realizamos. A partir de este ejercicio, podemos definir qué cuentas deseamos mantener como públicas y cuáles deseamos dejar como muy personales y que, por lo tanto, podemos configurar como privadas, destinadas a grupos de confianza y cercanos.
Personalmente, soy una promotora del uso de redes sociales, pero siempre con una estrategia clara respecto de qué fin persigo en cada una y cómo aportan a construir un perfil consistente de lo que soy y los objetivos que tengo.
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