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Una serie de desafíos para las empresas y los trabajadores

El debate sobre la reducción de la jornada laboral en Chile presenta una serie de desafíos tanto para las empresas como para los trabajadores.

Sin embargo, la popularidad de esta tendencia nos lleva a formularnos la siguiente pregunta: ¿están preparadas las empresas en Chile para asumir con eficiencia una reducción de la jornada laboral, pasando a trabajar menos horas o incluso apenas cuatro días a la semana? La respuesta es que dependerá mucho de la productividad y la forma de trabajo de cada sector. Por un lado, hay empresas productivas donde sería muy complicado por los procesos y uso de la capacidad instalada que tienen, pero en el sector de servicios, por ejemplo, principalmente las empresas dedicadas a las asesorías, la reducción de la jornada laboral podría ser algo más fácil.

Una serie de desafíos para las empresas y los trabajadores

Robert Half realizó una encuesta en Chile y encontró que la idea de adoptar una jornada laboral reducida en Chile es muy popular: el 83% de los trabajadores ocupados está de acuerdo con la medida y, entre los desempleados, el 70% está a favor. Entre los empresarios, la cifra desciende, pero no deja de ser impresionante: el 65% de ellos dice estar de acuerdo con la reducción de la jornada laboral.

Entre los trabajadores ocupados, el 56% cree que una jornada laboral de 40 horas afectaría positivamente el ambiente de trabajo. Entre los desempleados, este índice es similar, con un 52%. Entre los empleadores, la medida no es tan popular: solo el 38% piensa que la medida podría ser interesante en términos de productividad.

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Cuando se les preguntó “por qué creen que una jornada laboral de 40 horas afectaría positivamente la productividad”, el 50% de los trabajadores ocupados respondió que trabajar menos los alentaría a hacer el trabajo en menos tiempo, mientras que el 36% respondió que beneficiaría la calidad de vida. Los desempleados respondieron de manera contraria: el 60% cree que el principal beneficio es la calidad de vida y el 40% dice creer que menos tiempo de trabajo generaría mayor productividad.

Calidad de vida, mejora del tiempo de trabajo y otros beneficios

Los empresarios consideran que la calidad de vida es lo primero (65%), la mejora del tiempo de trabajo en segundo lugar (29%) y el 4% considera que habría una mejora en el clima laboral. Al cuestionar a los trabajadores ocupados sobre cómo la jornada laboral de 40 horas afectaría negativamente la productividad, empataron tres categorías: el 28% dijo que la productividad en Chile ya es baja y esto solo contribuiría a la continuidad de este escenario, el 28% dijo que el momento económico es difícil y no es el tiempo para trabajar menos y, también con un 28%, son los encuestados que manifestaron que habrá sobrecarga de trabajo si se acorta la jornada laboral.

El 14% dice que cree que los trabajadores no podrán terminar el trabajo a tiempo. Entre los desempleados, el 37% piensa que la productividad es baja, el 25% piensa que el momento es difícil y el 12% cree que habrá sobrecarga de trabajo.

Con los empresarios, la gran mayoría dice que la productividad en Chile es baja y eso solo contribuye a esta situación. El 22% dice que el momento es difícil, el 19% cree que los trabajadores no podrán completar las tareas a tiempo y el 6% cree que habrá sobrecarga de trabajo.

Preguntados sobre si hay áreas concretas que no pueden adoptar la reducción de jornada, el 56% de los empleados cree que sí y el 43 dice que no. Entre los desempleados, el índice es prácticamente el mismo, con un 55% y un 44% respectivamente. Para los empresarios la disparidad es mayor, el 62% dice que sí y el 37% dice que no.

¿Y cómo se debe compensar a quienes no pueden acogerse a la reducción de jornada de 40 horas? El 42% de los trabajadores por cuenta ajena dice que la mejor alternativa sería que el trabajador pudiera combinar beneficios entre él y la empresa. En segundo lugar, con un 26% se optó por la opción de horario flexible. El 20% dice que más días de vacaciones sería lo ideal y el 6% dice que preferiría tener salarios más altos. Entre los desempleados las categorías difieren levemente: 50% eligió beneficios, 23% más días de vacaciones, 15% salarios más altos y 11% horario flexible. Entre los empleadores hubo empate en las categorías de beneficios y flexibilidad horaria, con 32% cada uno, y otro igual valor entre las opciones de mayor salario y más días de vacaciones, con 11% cada uno.

La medida también es popular en otros países

En otra encuesta realizada por Robert Half en diversos países señaló que una jornada laboral reducida de cuatro días resultó ser la medida más popular no solo en Chile, pero también en países de Europa y Asia Pacífico. Mientras en nuestro país la idea fue votada por un 55% como la primera opción para aliviar el agotamiento del equipo de trabajo, en países como Alemania alcanzó un 58%, seguida por Bélgica (57%), Reino Unido (55%) y Francia (51%). En la zona de Asia Pacífico ese porcentaje alcanzó un 55%.

Trabajar apenas cuatro días a la semana superó en todos esos países a la opción de tener una jornada flexible. En Chile apenas el 36% se inclinó por esa alternativa, en Francia y Reino Unido alcanzó el 40%, seguidos por Alemania (37%) y Bélgica (33%). En la región asiática, un 39% optó por esa alternativa. En el contexto sudamericano, Brasil mostró una amplia predilección por una jornada flexible (65%), mientras que solo un 28% dijo preferir una semana laboral de cuatro días.

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Ante estos resultados, para realizar una reducción de jornada exitosa las empresas deben presentar una alta productividad, disponer de tecnología que facilite los procesos y garantizar rapidez en la atención a sus clientes. A su vez, los trabajadores deben estar muy orientados a cumplir con los objetivos y tener una muy buena planificación.

Chile tiene muy buenas perspectivas para sumarse a esta tendencia. Sin embargo, el éxito en la implementación de una medida de este tipo depende del cumplimiento de estas condiciones y de que los trabajadores se centren en alcanzar resultados de una forma minuciosamente planificada.

Es un desafío que estará en el centro del debate, pero requiere un monitoreo continuo, sobre todo al inicio, que permita corregir o, en el peor de los casos, revertir rápidamente la situación si no se están cumpliendo los objetivos. El compromiso mancomunado de empresas y trabajadores tendrá la última palabra.