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Liderar un equipo requiere la capacidad personal de tener autocontrol, ser empático, disciplinado y apegarse al logro de las metas establecidas. Además, el jefe debe saber liderar a un grupo de personas para no ser un mal jefe.

Sin embargo, existen prácticas y actitudes que logran lo contrario, ya que pueden impactar negativamente a los trabajadores. Esto deja espacio para la pregunta: ¿cómo identificas a un mal jefe? Y si el objetivo es calificar como buen jefe y ser visto por los compañeros y trabajadores como un líder eficaz, estas son algunas de las características que no debe tener un jefe que dice ser considerado un verdadero ejemplo y líder a seguir.
 

1. Los malos jefes concentran el poder

Los malos jefes tienden a dudar de las capacidades de los demás y tienden a resolver las cosas por su cuenta. Pensar que nadie puede hacer mejor las cosas o no entregar las herramientas necesarias para que los miembros del equipo puedan realizar las tareas son características que impiden que un jefe se enfoque en usar su tiempo para planificar y administrar proyectos en curso o generar nuevas ideas para el crecimiento del negocio.
 

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2. Actitudes que cambian constantemente

Las nuevas ideas siempre son geniales, pero un jefe debe saber cómo mantener el rumbo. En la medida en que un equipo recibe una instrucción y pronto el jefe decide cambiar todo y hacer las cosas de manera diferente, los trabajadores comenzarán a sentirse incómodos por la falta de claridad. No centrarse en objetivos concretos y no planificar las acciones de forma organizada y metódica puede tener consecuencias muy negativas para el clima laboral y para la cohesión de un equipo de trabajo.

3. No respetan el tiempo libre

Por muy adicta al trabajo que sea una persona, su descanso es fundamental. Un jefe que envía correos electrónicos, hace llamadas telefónicas o solicita información laboral por whatsapp está dando el primer paso para que los miembros de su equipo comiencen a verlo con desagrado. Disponer del tiempo libre de los trabajadores es un error más frecuente de lo esperado. Es cierto que hay situaciones críticas que hacen inevitable el uso de este tipo de recursos, pero cuando esto se convierte en una práctica habitual, seguro que empiezan a surgir problemas.
 

4. Manejar errores incorrectamente

Cualquier trabajo puede tener errores. Los malos jefes tienden a exagerar ante este tipo de situaciones y, en vez de enfocarse en cómo solucionarlos, se enfrascan en buscar y señalar culpables. Esta es una señal de falta de liderazgo, ya que todos se pueden equivocar. La gracia es tratar de que eso no ocurra. Y si ocurre, estar siempre listo para buscar, junto con el equipo, la solución.

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5. No corrigen ni felicitan a los empleados

Si algo se hizo mal, es imperativo comunicar y señalar el camino para corregir los errores y seguir adelante. El aprendizaje y la mejora también vienen de las cosas que no se hacen bien. Y un buen jefe debe ser capaz de señalar errores con un alto nivel de visión y educación. Y si el equipo ha hecho algo notable, ya sea individual o colectivamente, el jefe debe felicitar y resaltar las fortalezas y las cosas buenas logradas por tu equipo.

6. No escuchan la opinión del equipo

Las buenas ideas no solo vienen de un jefe. Cada miembro del equipo puede tener una opinión o solución eficiente y valiosa, pero si no tienes el espacio para expresarla, estás perdido. Un mal jefe no escucha a los demás y tiende a pensar que solo él tiene la capacidad de generar buenas ideas, mientras que en el otro extremo, abrirse para que todos puedan expresar sus puntos de vista es el primer gran paso hacia un equipo motivado. Comprometida y creativa que busca mejorar constantemente.
 

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7. No dan feedback a los empleados

Cuando se trata de evaluar el desempeño del equipo o de un trabajador ocasional, siempre tienen un plan de escape. El aporte de cada afiliado amerita la remuneración correspondiente, pero muchos empresarios relativizan el tema, permitiendo, por ejemplo, retrasos en las fechas de pago o errores en el cálculo de los pagos de comisiones. Los malos jefes también hacen oídos sordos a los pedidos de aumentos salariales o rechazan iniciativas que apuntan a beneficios y facilidades como permisos, capacitaciones y otras exigencias que incentivan el compromiso y desarrollo de los trabajadores que dependen de tu liderazgo.

Quienes ocupan una posición de liderazgo deben tratar de ser conscientes de este tipo de deficiencias, analizar si cometen alguna de ellas y trabajar para modificar este tipo de conductas. La importancia de este comportamiento radica en el rol de liderazgo que debe desempeñar un jefe y en la capacidad de ocuparlo positivamente para reconocer a tu equipo, motivarlo a buscar siempre la excelencia, el máximo rendimiento y la permanencia en la empresa. Saber liderar un grupo humano no es tarea fácil, pero el éxito de gestionar buenos jefes está precisamente en tu capacidad para cumplir con esta misión.

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